En una esquina olvidada del internet, entre luces de neón pixeladas y susurros digitales, nació Lumilandia. No fue un foro más, fue una trinchera emocional, un confesionario sin filtros, un club de almas sueltas con los huevos pelados de tanto callar.
Aquí no hay postureo, ni influencers, ni moralinas. Aquí se viene a contar lo bueno, desahogar lo malo, reírse de lo absurdo y llorar cuando toca. A veces con whisky en la mano. A veces con una paja a medias. A veces con el corazón hecho trizas.
Lumilandia es el sitio donde puedes hablar sin miedo de aquella escort que te robó el alma (o la cartera), de esa fantasía que nunca has contado, del polvo que te cambió la vida o del polvo que nunca fue. Y si te pasas de rosca, no pasa nada: aquí nadie es de cristal.